El azar como consecuencia del privilegio de poder pintar directamente sobre el papel pintado de otros; papeles que me ofrecen la base de la obra empezada, estampados ya hechos, predeterminados, imposibles de imaginar con antelación.
Después arranco el papel, lo enrollo y me lo llevo a mi propio espacio, donde lo recorto y pego sobre una tela para continuar trabajando, manteniendo toda su carga emotiva, proporcionando a los vestigios del pasado una nueva vida.
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